O
navarro Julián Medrano no libro de viaxes “La
silva curiosa”
publicado en París no 1583, recolle a lenda do astrólogo redondelán
Marcolfo, que despois será difundida por varios autores. A
continuación refiro o texto tal e como aparece en “Refranero
General Español. Tomo X. José María Sbarbi. Madrid, 22-06-1878”.
Extraña aventura y
epitafio contra los astrólogos.
Estando
en Redondella, me contaron como podía haber sesenta años que en
aquel lugar había un astrólogo ó adivino tan famos , y tenido por
tan certísimo , que no solamente en Redondella , pero en Vigo ,
Pontevedra y en la mitad de Galicia le tenían en tal grado como si
fuera el profeta Daniel. Este astrólogo se llamaba Marcolfo, y
sacando pensión de todos aquellos lugares marítimos, vino á
alcanzar largamente de comer, y á casarse con la hija de un
marinero, hombre principal , la cual era muy hermosa , y por ser tal,
la llamaban por su nombre la linda Almena. Estos dos casados ,
viviendo así contentos y con rapóse?, teniendo el astrólogo fama
de tener hermosa mujer, y de tener muchos ducados, su desdicha fué
tal, que esta negra nueva vino á las orejas de un gran pirata , el
más cruel corsario que en aquel tiempo reinaba por todo aquel mar
Océano, al cual llamaban el capitán Sempronio. Pues este cruel
Sempronio, viendo que tal preda ó caza merecía ser buscada y
rastreada con trabajo, buscó por todas partes , y con cuantas mañas
inventar pudo , el camino para hacer su salto ; y para este efecto ,
se le ofreció una ocasión muy buena: y es, que él fué avisado
como los de aquel pueblo de Redondella hacían una fiesta de un
santo, que era el patrón de una iglesia que estaba fuera del lugar á
tres tiros de ballesta , en la cual los hombres solos se festejaban ,
porque eran cofrades de ella , y las mujeres hacían la fiesta en sus
casas; y teniendo buenos espías , este Sempronio se puso la noche
antes en celada , y esperó hasta que un matalote le trajo nueva
certísima como él había visto que todos los hombres de Redondella,
habiendo ya comido en la iglesia , eran salidos á unos olivares
donde hacían diversos juegos, y que el astrólogo estaba en medio de
ellos adivinando y diciendo á muchos lo que les había de acontecer;
luego, en recibiendo este aviso Sempronio , tomando algunos soldados
, salió de la zambra y se metió en un bergantín , y sabiendo la
hora de vendimiar, saltó en el puerto de Redondella , y arremetiendo
á la casa del pobre astrólogo (que estaba mal adivinando), dio el
saco á las cosas más ricas que en ella había, cogiendo los dineros
y una gran cadena de oro del señor Marcolfo , y tomando á la señora
Almena por el brazo , la metió dentro de su bergantin y dio con ella
por el mar adelante, sin que jamás se haya sabido ninguna nueva ni
del pirata ni de ella. Sabida esta mala nueva por los de Redondella ,
corrieron cada uno de ellos á sus casas para tomar sus armas ; pero
el triste Marcolfo , viendo que la suya estaba limpia y vacia ,
corrió desesperado al puerto y se subió en una alta peña, para que
su linda Almena le pudiese ver , y viendo el bergantín que bogaba
con grande priesa , principió á gritar, y sacando el pañizuelo ,
poniéndolo en un palo, les hacia señal que volviesen; pero el
bergantín le fué tan cruel, que le fué ciego , sordo y mudo ,
porque ni quiso verle, ni oirle, ni responderle; viendo esto el
desdichado y desesperado Marcolfo, estando sobre la peña que
respondía á la mar , tomando una corrida saltó y se arrojó dentro
, y cayendo entre unos, peñascos ó cachopos , se ahogó , haciendo
sacrificio de su cuerpo á los peces , y del ánima al demonio
infernal. Los de Redondella, teniendo grande lástima del pobre
Marcolf , y condoliéndose de su grande desgracia y muerte , viendo
que no podian enterrarle en tierra santa , después de haberlo
pescado , le hicieron su sepulcro dentro de la peña de uno de
aquellos peñascos ó riscos que estaban en medio de la mar, á los
cuales no se puede llegar sin barco; y en la misma peña donde
sepultaron su cuerpo, pusieron este epitafio, compuesto en lengua
castellana muy antigua:
Epitaph.
in pseudoprophet. Marcolphum.
Debajo
deste cachopo
Yace
el cuerpo sepultado
D'un
adivino astriloco,
Que
fizo muerte de loco,
Pues
quiso ser afogado.
Para
otros fué singular.
Mas
para él non fué sesudo
Pues
no supo adivinar
Que
áqui le había d’afogar,
Ni
que había de ser cornudo.
Su
mujer, la linda Almena,
Fué
robada por Sempronio,
Con
dineros y cadena;
Su
cuerpo guarda la arena,
L’ánima
llevó el demonio.
Viator,
no hay rogar á Déos por eu;
Quia
in inferno nulla est redemptio,
Mas
roga a Déos que te dé mayor ventura.
Autor: Juan Migueles
BIBLIOGRAFÍA.
Refranero
General Español. Tomo X. José María Sbarbi. Madrid, 22-06-1878.
Asociación de Empresarios de
Redondela:
Mónica
Beatriz Suárez en: www.fillos.org
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